sábado, 4 de febrero de 2012

Presencia

Desde que era una niña me di cuenta de que los
problemas se hacen más fuertes cuando tratamos
de dormir... el colegio, los amores platónicos
infantiles, el enfado de papá...
Durante el día, tratamos de atarearnos al máximo
para olvidar todo aquello que nos angustia, tal vez
lo consigamos... estamos tan ocupados en hacer
todo aquello que debemos, de aquí para allá, que
apenas nos damos tiempo para pensar...
Cuanto más grande es el problema más trabajo
nos echamos encima...
Pero llega el inevitable momento de quedarme sola
en la noche, y más ahora que vivo y duermo en la
más angustiosa soledad, es entonces cuando
todo aquello que traté de olvidar se agolpa en mi
mente, en mi conciencia, en las puntas de los
dedos que se agarrotan con los nervios, en el
pecho, en los ojos que no se quieren cerrar
aunque trate de dormir y el la cabeza, esa
sensacion que tanto odio y que tanto se repite, me
aprieta la cabeza. ... porque todo, absolutamente
todo, aparece entonces para recordarme que mis
problemas siguen ahí, y no solo los problemas,
también las ausencias.
Es la noche el momento del día en el que soy
consciente de que me haces falta pero que no
estás ni estarás ahí. E intento dormir, doy vueltas y
vueltas en la cama tratando de hallar tu figura
entre las sombras, busco entre las sábanas el
color de tu piel, abro la ventana esperando que la
luz de la calle me revele tu presencia. Y quiero
dormir pero tu solo recuerdo y el saber que jamás
nada de eso ocurrirá hace que las lágrimas fluyan
por mis mejillas, como torrentes. Acabo
levantandome de la cama, enciendo la tele
esperando coger el sueño con programas vacíos y
series americanas... Vuelvo a la cama y la historia
se repite...me abrazo a la almohada para pensar
que estas ahí y que aún me quieres, que alguna
vez me quisiste; y cuando por fín me duermo, es la
hora de levantarse y lo primero que recuerdo eres
tu... y otra vez pienso en todo lo que tengo que
hacer para olvidarme de ti.. . hasta la noche
siguiente.
Autor anónimo


Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una. Voltaire.

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